15 enero 2007

Criterios de integración

Domingo por la noche, me monté sobre la “Bleu” y salimos a pasear. Hacía tiempo que quería conocer la famosa ciclovía de la Alameda, famosa por su vapuleado lanzamiento con bombos y platillos como un gran paso hacia el cambio de mentalidad acerca de cómo entender el transporte urbano. Ante tanto revuelo, quería ver y andar por los resultados.
Con la serenidad de la noche, la “Bleu” rodó sus pies hasta el palacio de “La Moneda”, lugar donde comienza o termina la ciclovía. Al llegar al lugar fue necesario ser las veces de gurú, mago o adivino para encontrar la “entrada”.
Ya en ella, jugué a que me dirigía hacia el poniente a gran velocidad por mi exclusiva pista. Iba bien, hasta que de un ¡suácate! descendí como tres peldaños de una escalinata sin saber que pasó. Volteé a ver que ocurrió y me percaté que los brillantes ingenieros que la diseñaron, esos mismos que construyen puentes y pavimentan calles, estimaron hacer la bajada fuera de la línea recta que suponía la lógica de una vía de tránsito. Estoy seguro que hasta Mandrake el mago se saca cresta y media. Era imposible adivinar donde estaba la bajada, no había señalización ni nada que lo indicara.
Seguí andando con mayor precaución, ya que de una cosa si estaba seguro, los Ingenieros en Prevención de Riesgos no habían sido consultados, y después de pedalear por la vereda, hacerle el quite a peatones y bajar cuanta escalinata se cruzaba, como parte del trazado de la ciclovía, llegué a una zona que parecía estar mejor diseñada, siempre sobre el bandejón central de la Alameda.
La verdad es que lamento mucho el tiempo, la dedicación y el dinero gastado por familias completas en educar a nuestros actuales ingenieros y autoridades. No ser capaces de hacer una ciclovía decente me parece insólito.
Creo que la mentalidad no cambiará por ahora. Mientras sigan pensando que integrar la diversidad es sinónimo de hacer espacios exclusivos para ella, la cosa no funcionará. La verdadera integración llegará el día en que todos podamos utilizar los espacios comunes con los mismos deberes y derechos. Las bicicletas serán un medio de transporte reconocido, cuando puedan utilizar las calles como cualquier vehículo, sin limitarse a pasear por bandejones y ciclovías pésimamente diseñadas.
Por último, pareciera ser que los ingenieros en creatividad fueron los únicos consultados, ya que la ciclovía de la Alameda la han bautizado como “Circuito Turístico”, que no es más que otro chiste de mal gusto.
Autoridades e ingenieros asociados, como dijo Freddy Turbina, ya sería hora que le sacaran las rueditas chicas a sus bicicletas.

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