15 marzo 2008

Capítulo XIII: Se desfinancia la Travesía

El día que nunca pensé que llegaría, llegó. Por la mañana debí lavar mi ropa en uno de los días más estresante de mi vida. Lograr apretar dos botones en la lavadora, fue algo realmente agobiante. Afortunadamente la tía Juanita se apiadó de mí y me colgó la ropa. De otra forma el estrés me hubiese matado. Carlos siempre tan sacrificado, con vocación de mártir, lavó sus pilchas a mano ocupando casi todo el detergente que llevábamos.

Por la tarde salimos a caminar hacia el barrio universitario como una forma de estirar las piernas. Como buen guía turístico que soy, hice caminar a Carlos muchísimas cuadras de más, ya que mi cálculo falló y nos pasamos una cuadra de donde teníamos que doblar, por lo que terminamos caminando hacia unos cerros encerrándonos en una población que quien sabe cómo se llamaba.

Seguimos caminando hasta toparnos con “La Feria Internacional de Artesanía”, la cual se encontraba colmada de gente. Carlos tan simpático como siempre, le compró a la tía una horrible máscara de La Tirana, además de un pajarito para las plantas. Lo más simpático del cuento, es que el muy descarado se gastó los últimos pesos que le quedaban, por lo que aparte de guía turístico, pasaba a ser el financista de la expedición, algo que para nada me agradaba. Como si fuera poco, en la misma feria compró un reciclado de metal hecho de pernos y tornillos que le dejó a la tía, quien creo que aún se pregunta para que diablos puede servir. Era horrible, la figura representaba a un tipo sentado en el baño leyendo el diario; es que mi amigo es tan generoso, que le dio pena ver como el pobre comerciante no vendía nada, conformándose tan solo con el halago de la familia “Miranda” que visitaba la muestra. En ese momento me dieron ganas de aforrarle con la misma figura y dejarlo botado para que esperara a otro idiota generoso que se apiadara de su desfinanciada travesía. Pero mi magnanimidad pudo más. No lo abandoné y me contuve las ganas de azotarlo contra lo primero que se me cruzara. Me lo tomé con agüita y lo saqué rápidamente de la feria, porque de otra forma terminaría por gastar incluso mi dinero.

Pero como el pelotudo de Carlos tiene explicación para todo, me aseguró que no tendríamos problemas de dinero ya que traía consigo material para fabricar remolinos y la venta de ellos sería nuestro sustento. Era lo único que nos faltaba, ahora las bicicletas ante poco equipaje que llevábamos, más encima deberían andar como carro alegórico, lleno de remolinos al viento y nosotros con un cartel al pecho que diga “se venden remolinos”. La idea parece simpática, pero ¿quién comprará un remolino en plena carretera?

No quise seguir conversando, apuré el tranco y preferí esperar el amanecer de un nuevo día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola!
^.^

Siempre es un agrado leer a
Felipin.
Aunque tarde en hacerlo sabes que igual las leo. Me gustó mucho esa referencia al queso. Yo tb pienso en Queso al escuchar "Chanco".
Por lo menos falta pococ para el 1 de Abril...a seguir esperando .
Te quiero mucho
Besos

 
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