Capítulo XIII: Se desfinancia la Travesía
El día que nunca pensé que llegaría, llegó. Por la mañana debí lavar mi ropa en uno de los días más estresante de mi vida. Lograr apretar dos botones en la lavadora, fue algo realmente agobiante. Afortunadamente la tía Juanita se apiadó de mí y me colgó la ropa. De otra forma el estrés me hubiese matado. Carlos siempre tan sacrificado, con vocación de mártir, lavó sus pilchas a mano ocupando casi todo el detergente que llevábamos.
Por la tarde salimos a caminar hacia el barrio universitario como una forma de estirar las piernas. Como buen guía turístico que soy, hice caminar a Carlos muchísimas cuadras de más, ya que mi cálculo falló y nos pasamos una cuadra de donde teníamos que doblar, por lo que terminamos caminando hacia unos cerros encerrándonos en una población que quien sabe cómo se llamaba.
Seguimos caminando hasta toparnos con “
Pero como el pelotudo de Carlos tiene explicación para todo, me aseguró que no tendríamos problemas de dinero ya que traía consigo material para fabricar remolinos y la venta de ellos sería nuestro sustento. Era lo único que nos faltaba, ahora las bicicletas ante poco equipaje que llevábamos, más encima deberían andar como carro alegórico, lleno de remolinos al viento y nosotros con un cartel al pecho que diga “se venden remolinos”. La idea parece simpática, pero ¿quién comprará un remolino en plena carretera?
No quise seguir conversando, apuré el tranco y preferí esperar el amanecer de un nuevo día.
1 comentario:
Hola!
^.^
Siempre es un agrado leer a
Felipin.
Aunque tarde en hacerlo sabes que igual las leo. Me gustó mucho esa referencia al queso. Yo tb pienso en Queso al escuchar "Chanco".
Por lo menos falta pococ para el 1 de Abril...a seguir esperando .
Te quiero mucho
Besos
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